Es un hecho innegable que a principios de los 90 los juegos de plataformas eran los que se llevaban una parte importante del pastel del ocio electrónico. Los protagonistas de estas saltarinas aventuras diferían entre superhéroes, niños con poderes, animales antropormorfos y…trogloditas. Si, los ancestros del Homo Sapiens Sapiens gozaron de gran popularidad en el género por aquellos años y tuvieron su pequeña “moda” con juegos como Super Adventure Island, Prehistorik, Joe & Mac o el que hoy nos ocupa: Chuck Rock.
El juego fue lanzado originalmente por la compañía británica Core Design para los ordenadores de 16 bits del momento: Atari ST y Amiga, siendo versioneado en los meses sucesivos en diferentes plataformas de 8 y 16 bits. La versión de Master System en concreto apareció en 1992 y fue adaptada por el programador Gary Priest, un especialista en trasladar los éxitos del momento de las máquinas de 16 bits a la ya por entonces, veterana consola de Sega.
El argumento de Chuck Rock narra el secuestro de la esposa del troglodita protagonista por parte de Gary Glitter (cuyo nombre es una parodia del músico Gary Gritter), un cavernícola macarra que se quiere zumbar a la novia de Chuck, o al menos retenerla por alguna razón pseudoamorosa. Nuestro héroe neandertal emprende la aventura para salvar a su amada a través de cinco niveles que se desarrollan en junglas, zonas pantanosas, grutas, zonas de hielo etc. que vienen a ser los clásicos niveles de los juegos plataformeros adaptados a la Edad de Piedra. Como en todo buen título del género que se precie, los escenarios están repletos de enemigos, estos son pequeñas criaturas prehistóricas, dinosaurios y demás malosos que nos pondrán en dificultades, amen de un jefe final en cada fase caracterizado siempre por un dinosaurio grandote.
Ante la difícil empresa Chuck cuenta con ciertas habilidades, necesarias para poder avanzar en su aventura. Nuestro protagonista puede saltar y golpear a los enemigos, bien con su barriga cuando se encuentra en tierra firme o dando patadas aéreas cuando realice algún salto. Además puede coger y lanzar rocas que serán de utilidad en distintas ocasiones, ya sea para golpear enemigos, utilizarlas como contrapeso en los prehistóricos balancines que se encuentran en algunas fases o usarlas a modo de puente para acceder a plataformas lejanas sin peligro. Cuando el troglodita reciba varias heridas ante el contacto de los enemigos perderá una de las tres vidas con las que cuenta, por suerte puede reponer su energía mediante los ítems en forma de corazón esparcidos por el escenario.
El apartado jugable de Chuck Rock es de notable alto, los escenarios son cuasi iguales a los de las versiones de 16 bits y los sprites se han adaptado a la inferior resolución de la máquina de forma inmejorable. El movimiento es además muy fluido y el desarrollo de las fases con scroll vertical y horizontal añadido a una correcta curva de dificultad y unos Jefes de fases bastante chulos y grandotes cuyos combates son muy entretenidos convierte a la aventura en algo ameno, divertido y poco lineal. Parece que nos encontramos ante uno de los grandes plataformas del sistema pero…hay un pero, o más de uno…
A nivel técnico, pese a la fidelidad con respecto al original de Amiga en el desarrollo del mapeado, el suave movimiento y los enormes sprites (destacando especialmente los jefes de fase) nos encontramos con dos pegas importantes: la primera es el sonido, o mas bien la ausencia del mismo. El juego no tiene melodías durante el transcurso de las fases por lo que solo existe la de la intro del mismo. Si a esto le añadimos que los efectos sonoros son sosos e incluso en algunas ocasiones molestos nos encontramos con uno de los peores títulos de la consola en lo que se refiere al apartado sonoro. El otro factor que le resta puntos es el escaso colorido del juego y la ausencia de fondos, mientras que en las versiones de 16 bits el color destaca por su presencia aquí nos encontramos con escenarios fríos, con colores apagados, un triste fondo negro y muy poco detalle. Resulta llamativo que una versión más pobre de una máquina inferior técnicamente como el Commodore 64 tenga mejor aspecto visual que la de Master System.
Los aspectos anteriormente mencionados bajan la nota a este Chuck Rock en su versión Master System, un juego al que tengo gran cariño ya que lo alquilé varias veces durante mi infancia y me dio horas de diversión. A pesar de ello siempre tuve con el una especie de relación amor-odio por lo poco pulido que estaba en algunos apartados. La excusa de la capacidad no es válida pues en Master System hemos visto cosas más complejas por lo que habría que responsabilizar (como en otros casos) a la pereza del programador que la valoración sea inferior a la de la versión de otras plataformas. La diversión es la misma pero la percepción de los sentidos no. La música y el color también importan.
Finalizo la review resaltando la importancia de Chuck Rock como icono de los videojuegos en el primer lustro de los 90. El hecho de que el juego fuera portado a multitud de plataformas añadido a que Core utilizó al personaje como imagen corporativa (en el Reino Unido llegaron a salir comics del barrigón troglodita) hasta la aparición de Lara Croft lo convirtió en uno de los estandartes de este mundillo en aquellos años. Esto propició una segunda parte protagonizada por su hijo, Chuck Rock II: Son of Chuck que salió al mercado en 1993 y que tuvo una versión en Master System, esta vez si, muy colorida y con un buen apartado sonoro. Hablaremos de ella en otra ocasión.
NOTA MSC: 6